Avances de investigación en educación y sociedad
Portada
Cargando...
Citas bibliográficas
Código QR
Autor corporativo
Recolector de datos
Otros/Desconocido
Director audiovisual
Editor/Compilador
Editores
Sello Editorial Universidad del Tolima
Tipo de Material
Fecha
2023
Palabras claves
Cita bibliográfica
Ovalle Almanza, M y Mora Delgado, J. (2023). Avances de investigación en educación y sociedad. Sello Editorial Universidad del Tolima.
Título de serie/ reporte/ volumen/ colección
Es Parte de
Descripción general
Hoy cobra importancia para el sistema educativo la “carta de navegación”
que hace 28 años fue formulada por la llamada Comisión de Sabios. En aquel
informe, preparado por diez sobresalientes colombianos, Rodolfo Llinás,
Gabriel García Márquez, Manuel Elkin Patarroyo, Marco Palacios, Ángela
Restrepo, Fernando Chaparro, Eduardo Aldana, Rodrigo Gutiérrez y Eduardo
Posada, liderados por Carlos Eduardo Vasco, se hacía un serio análisis del papel
protagónico de la triada Educación, Ciencia y Sociedad, como fundamento de
los cambios necesarios para ubicar al país en el contexto mundial y enfrentar los
desafíos del tercer milenio.
Han pasado los años y tristemente los males que aquejan a uno de los
pilares para dicho desafío aún subsisten; las brechas reconocidas por algunos de
los integrantes de la comisión, al menos por personajes como Llinás, de los nueve
que quedan vivos, son significativas.
Bien lo explicaba García Márquez en la proclama que fue leída por él
al finalizar la ceremonia de presentación del Informe de la Comisión de Sabios
(1996): se trata de bogar hacia “una educación desde la cuna hasta la tumba,
inconforme y reflexiva, que nos inspire un nuevo modo de pensar…”. De hecho,
tal sentencia ubica la educación en un sitial clave en virtud de su función social,
pues no se trata solo del crecimiento del individuo per se, sino de cómo el acceso
a la educación construye sujetos sociales y nos permite “…descubrir quiénes
somos en una sociedad que se quiera más a sí misma, que aproveche al máximo
nuestra creatividad inagotable y conciba una ética y tal vez una estética para
nuestro afán desaforado de superación personal” (García-Márquez, 1996, p.
29). Tal era el reto planteado, formar ciudadanos y ciudadanas, sujetos éticos y
políticos.
No obstante, tal bitácora, colmada de buenas intenciones y positivos
augurios, ha hecho aguas. Reconocerlo no es mero pesimismo, sino un campanazo
para los educadores y educadoras y para la sociedad en general para retomar el
rumbo. Esta es la misión del magisterio de Colombia.
8 Avances de investigación en educación y sociedad
Veamos algunos testimonios que soportan estas ideas preliminares. “La
educación en Colombia es mala, tan mala como en otros lugares del mundo”,
ha sentenciado Rodolfo Llinás en diferentes entrevistas en medios digitales y
televisivos. Tal juicio, en boca de uno de los científicos más prestigiosos de
Colombia y miembro de la Comisión de Sabios de 1994, debería constituir
motivo de preocupación para la comunidad educativa. Llinás explica que el
problema es que no se enseña en contexto, lo cual implica estimular el desarrollo
de las capacidades de análisis y relacionamiento. Por el contrario, el sistema
educativo está basado en memorizar conceptos y datos para pasar las pruebas
de conocimiento, antes que en aprender; es evidente que no se ha entendido que
la memorización y los datos no son importantes per se, sino insumos para las
etapas ulteriores, en las cuales la comprensión y el relacionamiento de procesos
constituyen la base del conocimiento.
En el mismo sentido, otro pedagogo, Julián de Zubiría, en entrevista
concedida a Cortez (2017) explica que las cosas que se enseñan en los colegios
son alejadas de la realidad. “Lo que uno necesita es leer la realidad social y
para esto hay que tener conocimiento de los conceptos básicos”, lo cual implica
una comprensión relacional y contextualizada, y no una mera memorización
de datos. Para ello, la escuela debería ser el escenario en el cual los educandos
aprendan a hacer más preguntas, antes que a recibir respuestas (Cortez, 2017),
pues las primeras obligan a la búsqueda y el encuentro de verdades, las segundas
amodorran el pensamiento. Con esto, y trayendo a escena el pensamiento
de Piaget, de Zubiría sostiene que la premisa debería ser que en la escuela el
desarrollo del pensamiento debe estar basado en la condición de aprender a
valorar la diferencia.
Por otra parte, formar ciudadanos en contexto y respetuosos de la
diferencia y la diversidad implica tener conciencia de los vacíos, las injusticias y
los mitos de la sociedad. Esto es, formar mentes críticas, capaces de cuestionar
el status quo o, como diría el filósofo Guillermo Hoyos (2009), formar jóvenes
impertinentes, condición que no solo está reservada a la praxis filosófica, sino a la
función social de la educación: “no sólo la filosofía, la educación en general y la
universidad especialmente deben ser impertinentes y, cuanto más impertinentes,
tanto más críticas y tanto más abiertas a la utopía” (p. 3). Ciudadanas y ciudadanos
formados en esta escuela son los que necesita la sociedad.
Para ello, construir un sistema educativo que le apueste a la
transdisciplinariedad es fundamental. En esta condición, el diálogo entre las
disciplinas es necesario. El pensamiento científico e ingenieril debe entreverarse
con la sensibilidad, el espíritu crítico y la rigurosidad que brindan las humanidades
y las ciencias sociales. Magistralmente lo explica Nussbaum (2010): el profesional
María Cristina Ovalle Almanza - Jairo Mora-Delgado 9
en formación requiere una contextualización social, que los jóvenes sepan de
dónde vienen y proyectarse en función de metas personales y de fines sociales.
Para ello, se requiere que el proceso de formación permita apropiar críticamente
la historia local, nacional y global, así como entender la organización social y las
relaciones de poder.
En esa línea, el aprendizaje de habilidades artísticas estimula la creatividad
y, por tanto, el espíritu crítico y libre, y a la vez induce a la pregunta científica.
Visto así, el sistema educativo debería promover una educación integral, que
combine contexto y contenido. Para el aprendizaje del contexto, las inquietudes
artísticas, la lógica matemática, la retórica y la historia constituyen fuente de
pensamiento crítico. Así, en los contenidos, el desarrollo de habilidades motoras
y racionales de la profesionalización serán más fáciles de entender y apropiar.
En última instancia, explica Llinás (2015), se necesita formar ciudadanos zorroerizos, como en la fábula griega de Archilochus.
En términos de una pedagogía crítica, se trata de que el sistema
educativo le apunte a un currículo pertinente e impertinente a la vez, que refleje
el reconocimiento a la diversidad de contextos y la pertinencia para cada uno de
ellos; solo así, la educación podrá erigirse como “el agente de reproducción social
y cultural” (Giroux, 1992) que refleja e interpela la complejidad de la sociedad.
Esto es, un constructo permanente y, por lo tanto, cambiante y dinámico, con
participación y diálogo entre las partes (Giroux, 2003).
Justamente, el Doctorado en Ciencias de la Educación de la Universidad
del Tolima ha asumido como misión contribuir a la materialización de esta idea de
educación mediante la formación de investigadores e investigadoras del más alto
nivel para el estudio sistemático de los procesos educativos, en una perspectiva
compleja en la que convergen las disciplinas de las Ciencias Sociales y Humanas
para explicar, comprender y transformar la realidad educativa. Este proyecto de
formación doctoral, que desde hace 25 años integra a diez universidades públicas
regionales de toda Colombia, se ha constituido en un espacio de referencia
para la generación de conocimiento y la formación de científicos y científicas
que contribuyen a la construcción de alternativas en los más diversos campos
de la investigación educativa. Los estudios en torno al currículo, las didácticas,
la evaluación y las pedagogías se encuentran, en la trayectoria científica del
Doctorado en Ciencias de la Educación, con los estudios culturales, la historia,
la antropología, la ciencia política, el derecho, las artes, las ciencias de la salud,
la ecología y la filosofía para aportar a miradas más complejas de lo educativo.
Este libro obedece a una doble intención: por una parte, constituye un
esfuerzo por recoger algunos de los aportes que los y las estudiantes del Doctorado
en Ciencias de la Educación han realizado a este campo de estudio, a través de los
10 Avances de investigación en educación y sociedad
avances alcanzados en el desarrollo de las investigaciones que sustentan sus tesis
doctorales. Por otra parte, el libro aspira a contribuir al balance sobre los temas
y los problemas que actualmente ocupan la agenda de la investigación educativa
en Colombia.
Así, las páginas que siguen presentan ejercicios de problematización que
transitan por temáticas diversas, tales como el papel de la investigación en la
formación inicial de docentes, el estado de la educación rural en Colombia, el
papel formativo de la música en la visibilización de la violencia social y política,
los retos de la articulación curricular entre niveles de formación para prevenir
el fracaso escolar, la dimensión socioestética de las prácticas de convivencia
en las instituciones educativas, los vínculos entre el pensamiento matemático y,
particularmente, la modelación y la estadística, en la formación de ciudadanía y
el papel de la interculturalidad en los currículos para la enseñanza de una segunda
lengua y sus impactos sobre la formación.
Todos estos ejercicios tienen en común una preocupación fundamental:
la pregunta por la formación, que orienta la reflexión filosófica de la pedagogía y
que ha permitido la construcción de avances teóricos y prácticos en la forma de
enseñar y de aprender, no solo en campos específicos de conocimiento, sino para
la vida. Dicha pregunta por la formación supone interrogar permanentemente
los vínculos entre aquello que se enseña en la escuela y las dimensiones moral
y política del sujeto que se educa. El aporte de este libro a ese cuestionamiento
apunta a comprender que todo lo que la escuela realiza tiene un impacto sobre
la formación, y que ese impacto debe ser reconocido, comprendido y alimentado
con visiones provenientes de cualesquiera campos de conocimiento que puedan
aportar significativamente a esa comprensión.
En efecto, la vocación transdisciplinar hacia la que apuntan esas
reflexiones es el reflejo de la propia aspiración a la transdisciplinariedad en la
formación doctoral que anima al Doctorado en Ciencias de la Educación. Y esto
porque, como se observa en los capítulos que siguen, los problemas del llamado
fracaso escolar, o de la convivencia, o de la enseñanza de una segunda lengua
(para citar solo algunos ejemplos) no se agotan con la mirada técnica sobre lo
curricular, o con el abordaje psicosocial del comportamiento en la escuela o con
la aproximación lingüística al idioma y a su enseñanza. Estos problemas, como
los demás que son explorados a lo largo de este libro, revelan la importancia
de establecer puentes y diálogos entre lo curricular, lo político, lo cultural, lo
histórico, lo ético y lo estético, para dotar de sentido lo que ocurre en la escuela
y para aportar conocimientos socialmente relevantes que permitan iluminar
procesos de transformación educativa, que no son otra cosa que procesos de
transformación social.
María Cristina Ovalle Almanza - Jairo Mora-Delgado 11
A ese respecto, tenemos una certeza en común: la investigación
científica en Ciencias de la Educación no es una tarea desprovista de intereses,
de compromisos políticos ni de valores. En una sociedad en la cual proliferan
las manifestaciones violentas de la conflictividad social, la exclusión política
y la desigualdad material, las Ciencias de la Educación no pueden sino estar
comprometidas con la superación de la injusticia. Ese compromiso, a su vez,
ha de traducirse en la construcción de conocimientos que, sin pretensión alguna
de neutralidad, permitan transitar hacia una escuela crítica y transformadora,
deliberativa y comprometida con el conocimiento en toda su diversidad.
Esperamos que el aporte de este libro permita visibilizar esa comprensión
de la investigación científica de la que los capítulos que aquí se presentan son
una muestra significativa: que los temas y los problemas de las ciencias son
inagotables, que los caminos para abordarlos son infinitos y que todo conocimiento
puede y debe comprometerse con generar efectos tales que reivindiquen la vida y
la dignidad de todos los seres humanos.
Esta convicción era compartida por uno de los coautores de este libro, el
doctorando John Jairo Zabala Corrales, cuya temprana partida dejó un vacío en
nuestra comunidad educativa, tanto del Doctorado en Ciencias de la Educación,
como de la Universidad del Tolima. Sus reflexiones y sus aspiraciones por una
educación matemática que sirva para leer la realidad, para interpretar el sentido
de los fenómenos sociales y para tomar decisiones informadas y críticas, como
corresponde a una ciudadanía reflexiva, enriquecen las páginas que siguen.
Notas
URL del Recurso
Identificador ISBN
978-628-7537-67-5