1 2 Retrospectiva del café en Mesoamérica y Colombia Análisis de casos Mora Delgado, Jairo Retrospectiva del café en mesoamerica y Colombia: un análisis de casos / Jairo Mora Delgado, Mario Javier Gómez Martínez, Paola Rodríguez Rodríguez. -- 1ª. Ed. -- Ibagué: Universidad del Tolima, 2019. 208 p.: il, fotos, tablas, figuras Contenido: El café en México: diversidad de sistemas y diversidad de especies -- Servicios ecosistémicos y conservación de biodiversidad en cafetales -- El contexto histórico y paisajístico de la caficultura campesina en Puriscal, Costa Rica -- Tecnología local de la caficultura campesina en Costa Rica a finales del siglo XX – Configuración histórica del conflicto en la zona cafetera del norte del Tolima -- La finca cafetera nariñense antes de la apertura económica: un caso en el sur de Colombia. ISBN: 978-958-5569-79-9 1. Café - Aspectos económicos 2. Café – Diversidad de especies 3. Caficultores I. Título II. Gómez Martínez, Mario Javier III. Rodríguez Rodríguez, Paola 633.73 M827r ©Sello Editorial Universidad del Tolima, 2019 ©Jairo Mora Delgado, Mario Javier Gómez Martínez, Paola Rodríguez Rodríguez Primera edición electrónica ISBN electrónico: 978-958-5569-79-9 Número de páginas: 208 p.p. Ibagué-Tolima Retrospectiva del café en Mesoamérica y Colombia: un análisis de casos Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia Grupo de Investigación Sistemas Agroforestales Pecuarios publicaciones@ut.edu.co jrmora@ut.edu.co Impresión, diseño y diagramación por: Colors Editores S.A.S Corrección de estilo: Carlos David Leal Castro. Todos los derechos reservados. Prohibida su reproducción total o parcial por cualquier medio, sin permiso expreso del autor. 3 Capítulo 1. El café en México: diversidad de sistemas y de especies. Capítulo 2. Servicios ecosistémicos y conservación de biodiversidad en cafetales. Capítulo 3. El contexto histórico y paisajístico de la caficultura campesina en Puriscal, Costa Rica. Capítulo 4. Tecnología local de la caficultura campesina en Costa Rica a finales del siglo XX. Capítulo 5. Configuración histórica del conflicto en la zona cafetera del norte del Tolima. Capítulo 6. La finca cafetera nariñense antes de la apertura económica: un caso en el sur de Colombia. Contenido 7 47 77 105 157 181 4 Retrospectiva del café en Mesoamérica y Colombia Análisis de casos 5 Resumen En el presente libro se plasman extractos de las investigaciones que forman parte de las tesis doctorales o de maestría de los diferentes autores del mismo. El común denominador en ellas es la dinámica en zonas cafeteras de México, Costa Rica y Colombia. Exceptuando Europa, el café es el único producto estimulante producido a nivel mundial que está asociado con proyectos (culturales y de sostenibilidad, de comercio justo, salud y educación) implementados en las regiones donde se cultiva, lo que denota la importancia de este cultivo en la economía mundial. Siendo la bebida estimulante no alcohólica más importante del mundo, tiene una facturación cercana a los US $ 10 billones de dólares por año, convirtiéndolo en uno de los principales productos negociados en los mercados mundiales. Actualmente, los diez (10) países con mayor producción de café en el mundo son Brasil, Vietnam, Colombia, Indonesia, Honduras, Etiopía, India, Uganda, Perú y México. De estos países debe mencionarse que cinco (5) son latinoamericanos, además que Perú y México son los principales productores mundiales de café orgánico. En un contexto latinoamericano, la agroforestería se ha propuesto como un sistema agrícola sostenible conservando la biodiversidad y los servicios de los ecosistemas, así como proporcionando un importante sustento para las comunidades locales. Debido a que las prácticas de manejo son un factor clave en la cantidad y calidad de los servicios de los ecosistemas provistos, los sistemas agroforestales de café se consideran a menudo más compatibles con la conservación de la integridad del ecosistema que los monocultivos de café. Varios estudios han evidenciado que el componente arbóreo asociado a las plantaciones de café podría brindar condiciones climáticas y microclimáticas que dan mayores niveles de resiliencia. Además, la estructura vegetal compleja de estos sistemas puede ser muy parecida a la de los bosques nativos y por ello llegarían a albergar muchas especies. Este es un común denominador en el tipo de cafetales analizados en este libro. En Costa Rica, el cantón de Puriscal fue el escenario de un análisis histórico de la caficultura. Un recuento del proceso de expansión de la agricultura en este cantón, resultante de fuerzas sociales y económicas, 6 Retrospectiva del café en Mesoamérica y Colombia Análisis de casos sugiere que estas obligaron a los pobladores del Valle Central a desbrozar montaña en las selvas del Pacífico Central. Los estudios revisados reportan el proceso de colonización caótica de las tierras con aptitud forestal, lo cual resultó en sistemas de producción marginales. Aunado a las condiciones difíciles del entorno, esto derivó en sistemas de caficultura marginal, desarrollada en áreas vulnerables. Estas características, entre otras, constituyen un factor limitante en la toma de decisiones para el cambio tecnológico. Un análisis de las decisiones surgidas a partir del decidido apoyo del Estado, a través de sus servicios de extensión para lograr este último, configuró una tecnología local que llegaría al culmen en la última década del siglo XX, considerado como el decenio de grandes cambios que en adelante impulsarían nuevas dinámicas en la caficultura puriscaleña. En Colombia “específicamente” en el norte del departamento del “Tolima”, se hizo un estudio que constituye una aproximación histórica a algunos conflictos sociales por los que ha atravesado esta región del Tolima en el siglo XX y su relación con la configuración del paisaje. En él se identificaron los momentos claves para la compresión de la crisis cafetera actual. El objetivo de este trabajo apunta a identificar las situaciones conflictivas en el desarrollo del cultivo del café en el norte del Tolima, debido a la expansión de la frontera agrícola iniciada con la colonización antioqueña desde la segunda mitad del siglo XIX hasta la actualidad. En ese proceso se sistematizan los elementos simbólicos de la familia campesina cafetera y de la cultura arriera como núcleo de producción. Se empleó un análisis de fuentes secundarias y documentación técnica específica de entidades públicas y privadas tales como el Comité de Cafeteros y la Unidad Municipal de Asistencia Técnica Agrupecuaria (UMATA) del municipio de El Líbano. Uno de los aportes más destacados de la investigación es la reconfiguración del paisaje cada que suceden eventos en los ámbitos sociopolítico y macroeconómico a partir de prácticas tecnológicas que impulsan cambios en el uso del suelo. Finalmente, una mirada retrospectiva al desarrollo cafetero de nuevo tipo en una zona considerada marginal para la producción de café hace veinticinco (25) años constituye el centro del análisis para entender cómo las políticas de libre mercado han cambiado las prácticas y costumbres de un sistema que sigue siendo parte de la cultura colombiana. El análisis de un caso en el sur de Colombia pone de manifiesto lo que fue la caficultura campesina propiamente dicha y los contrastes con una caficultura más orientada a satisfacer los nuevos requerimientos del mercado. 7 Capítulo 1. EL CAFÉ EN MÉXICO: DIVERSIDAD DE SISTEMAS Y DE ESPECIES Mario Javier Gómez Martínez Introducción El café es uno de los principales productos negociados a nivel mundial que, para las zonas de América Latina en donde se cultiva, resulta ser relevante a nivel socioeconómico y ecológico. Son muchos los estudios que se han desarrollado en México acerca de la importancia de los cafetales en la conservación de la biodiversidad y el bienestar de los productores. Tanto la conservación como su influencia en los medios de vida de los productores depende principalmente de la cobertura arbórea. Sin embargo, aún se requiere entender cómo están interactuando diversas especies arbóreas, modificando positiva o negativamente las condiciones microclimáticas y edafológicas necesarias para la optimización de las plantaciones (Rapidel, Ripoche, Allinne, Metay, Deheuvels, Lamanda y Gary, 2015). Con esto se busca el diseño de agroecosistemas y, específicamente, sistemas agroforestales cafetaleros (SAfC) que cumplan simultáneamente con su función de conservación y producción. En los SAfC tan heterogéneos en cuanto a su componente arbóreo y productivo (cafetos) las variables agroecológicas que inciden en los flujos de nutrientes hídricos y biológicos en el suelo deben ser evaluadas, así como su relación con la productividad de las fincas que están bajo sistemas agroforestales tradicionales e intensivos. Es por ello que en este capítulo se realiza una revisión de literatura sobre temas variados del café. En ella se inicia con la historia y las principales narrativas relacionadas con el aromático; también se aborda la distribución, genética y fisiología que denotan la importancia de las 8 Retrospectiva del café en Mesoamérica y Colombia Análisis de casos plantaciones cafetaleras en México. Además, en este acápite se menciona la trascendencia de las plantaciones y la compleja estructura de los cafetales, se describen aspectos ecológicos de los SAfC evidenciando su rol en la conservación de biodiversidad y en la oferta de bienes y servicios ambientales. El propósito de esta revisión es aportar elementos que permitan entender los principales factores agroecológicos, agronómicos, ambientales y sociales en las fincas cafetaleras de Latinoamérica, con énfasis en las de México. Entender estos factores es importante ya que se reflejan en el estado actual de las plantaciones. Un poco de historia del café en el mundo Algunas narrativas y registros históricos relacionados con el cultivo, el consumo y la comercialización del café en el mundo son descritos por Smith (1985), quien recuerda la forma como en el Antiguo Testamento se hace alusión al café. Sin embargo, esta interpretación se deja a las conjeturas de los estudiosos de la Biblia. Aunque este mismo autor reporta que el cultivo del café pudo haber comenzado ya en el año 575 d. C., el primer registro escrito del cultivo se reporta por Razes, un médico árabe del siglo X. La leyenda más antigua expresa que el café fue introducido por Mahoma y que, cuando este se encontraba enfermo, oró a Allah y al arcángel Gabriel para luego descender con una bebida “tan negra como la Kaaba de La Meca” (Smith, 1985, p. 1). La leyenda más conocida del descubrimiento de la planta de café radica en el año 800 d. C. en África. Kaldi, un pastor etíope que cuida a sus cabras en las colinas alrededor de un monasterio a orillas del Mar Rojo, se dio cuenta de que sus cabras, después de masticar las bayas de los arbustos que crecían allí, empezaron a saltar de un arbusto a otro (Figura 1.1). Un monje del monasterio observó su comportamiento, tomó algunas bayas, las asó, las preparó y dio a probar la bebida a sus hermanos, quienes estuvieron más activos durante sus largas oraciones durante la noche (Smith, 1985; Rodrigues, Maia, Ribeirinho, Hildebrandt, Gautz, Prohaska y Máguas, 2013). Sin embargo, tal como se le conoce actualmente, el café se originó en Arabia y la fecha de inicio de su consumo no es precisa. 9 Nair (2010) menciona que los primeros granos de café tostados se procesaron alrededor del año 1000 d. C. y para el siglo XIII los musulmanes bebían café religiosamente. Smith (1985) sugiere que el consumo de café aparentemente comenzó entre los siglos XV y XVI. Posteriormente, el café se cultivó por varias regiones de América, India y Asia, incrementando su comercialización y consumo a nivel mundial, lo que lo posicionó como la bebida más consumida después del agua y la más importante bebida aromática no alcohólica en el comercio mundial. Así mismo, se le reconoció como la segunda mercancia de importancia mundial junto con el petróleo (Nair, 2010; Rodrigues et al., 2013). Figura 1.1. Kali y sus cabras bailarinas, leyenda africana. Dibujo de un artista francés. Fuente: Ukers (1922, p. 10) Origen del café Inicialmente, la taxonomía de las especies del café se describió con base en caracteres morfológicos de los especímenes conservados en diferentes herbarios. Posteriormente se utilizaron técnicas avanzadas que incluían información de la secuencia de ácido desoxirribonucleico (ADN) para describir las relaciones de las especies (Prakash, Devasia, 10 Retrospectiva del café en Mesoamérica y Colombia Análisis de casos Raghuramulu y Aggarwal, 2016). Con el avance de la ciencia y con el descubrimiento de nuevas especies durante el siglo XX en África oriental, occidental y central, así como en Madagascar, la clasificación taxonómica se hizo cada vez más compleja (Charrier y Eskes, 2004; Prakash et al., 2016). Las plantas de café cultivadas comercialmente pertenecen a la familia Rubiaceae, al género Coffea. La clasificación taxonómica de este género incluyó subgéneros, secciones y subsecciones (Prakash et al., 2016). Para 1947 el género Coffea comprendió cuatro secciones denominadas Eucoffea, Mascarocoffea, Paracoffea y Argocoffea (Chevalier, 1947); y en 1980 se describieron tres géneros bajo la tribu Coffeeae: Coffea, Psilanthus y Nostalachma (Leroy, 1980). Actualmente, las secciones denominadas Eucoffea y Mascarocoffea se agrupan bajo el género Coffea, mientras que las secciones Paracoffea y Argocoffea se consideran géneros distintos llamados Psilanthus y Argocoffeopsis (Prakash et al., 2016). Así mismo, el género Coffea presenta los subgéneros Afrocoffea, Baracoffea, Coffea y Psilanthopsis, y las secciones Argocoffea, Baracoffea, Coffea, Paracoffea y Straussia (Tropicos.org, 2019). El género Coffea incluye un total de 124 especies (Hamon, Hamon, Razafinarivo, Guyot, Siljak-Yakovlev, Couturon, de Kochko, 2014) cuya distribución geográfica se limita a las regiones tropicales húmedas de África y a algunas islas del Océano Índico como Comoras, Mauricio, Reunión y Madagascar (Charrier y Eskes, 2004). En estas regiones la mayoría de las especies de café se encuentran naturalmente en los bosques húmedos de hoja perenne y otras especies también ocurren en bosques caducifolios estacionalmente secos (Maurin, Davis, Chester, Mvungi, Jaufeerally-Fakim y Fay, 2007). En las zonas de distribución geográfica hay dos características principales que describen a las especies de Coffea silvestres. La primera de ellas alude a (i) una endemicidad casi completa para cada una de las seis regiones principales, lo que involucra a ambos lados del Gran Valle del Rift en África, Madagascar, Islas Mascareñas, el archipiélago de Comoras y el bloque de Australasia. La segunda característica refiere a (ii) una amplia diversidad en sus hábitats naturales, incluyendo las áreas temporalmente inundadas a lo largo de las riberas de los ríos y todo tipo de bosques tropicales: seco, semideciduo y fluvial. Del mismo 11 modo, las plantas de café pueden crecer en diversos tipos de suelo y en elevaciones que van desde el nivel del mar a más de 2000 m. (Hamon et al., 2014). Si bien las dos principales especies de café cultivadas a escala mundial son Coffea arabica y Coffea canephora var. robusta, la especie Coffea arabica es particularmente sembrada en Centroamérica y Suramérica (Hamon et al., 2014). Otras especies de menor importancia son la Coffea liberica y la especie Coffea excelsa, las cuales se limitan principalmente a África occidental y Asia, representando sólo el 1 o 2% de la producción mundial (Wintgens, 2004). Por su parte, la Coffea arabica tiene su centro primario de diversidad genética en altitudes de 1300 a 2000 m. en el suroeste de Etiopía y la meseta de Boma de Sudán (Lashermes, Combes, Robert, Trouslot, D’hont, Anthony y Charrier, 1999; Wintgens, 2004). También se han descrito poblaciones disyuntivas de Coffea arabica en el Monte Imatong (Sudán) y en el Monte Marsabit (Berthaud y Charrier, 1988). En lo referido a la especie Coffea canephora, los cultivos están más dispersos en África tropical a altitudes inferiores a los 1000 m. (Wintgens, 2004). Ahora bien, mientras que la especie Coffea liberia se origina en los hábitats de las tierras bajas en África occidental, a menudo costeras, la Coffea excelsa, especie estrechamente relacionada con la Coffea liberica, es nativa de los bosques húmedos de África central y occidental (Wintgens, 2004; Nair, 2010). Contexto latinoamericano: situación de la cafeticultura mexicana El café es un producto agrícola a nivel mundial asociado con muchos proyectos de sostenibilidad, comercio justo, salud y educación. También conecta las regiones en donde se cultiva —principalmente las áreas tropicales— con las que lo consumen —principalmente los países de zonas templadas— (Rodrigues et al., 2013). Siendo la bebida estimulante no alcohólica más comercializada del mundo con una facturación cercana a los 10 mil millones de dólares por año, se considera uno de los principales productos negociados en los mercados mundiales (Nair, 2010). 12 Retrospectiva del café en Mesoamérica y Colombia Análisis de casos Actualmente, los diez (10) países con mayor producción1 de café en el mundo son Brasil (51 000), Vietnam (29 500), Colombia (14 000), Indonesia (10 902), Honduras (8 349), Etiopía (7 650), India (5 840), Uganda (5 100), Perú (4 280) y México (4 000) (International Coffee Organization [ICO], 2019). Si bien la cafeticultura mexicana ocupa el quinto lugar entre los países productores latinoamericanos, muy por debajo de Brasil y Colombia que son los principales cultivadores del aromático en el continente americano (ICO, 2019), México se ubica como el segundo productor mundial de café orgánico (Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación [SAGARPA], 2017). El cultivo del café en México es importante económica, social y ecológicamente. Las zonas cafetaleras presentan altos niveles de pobreza y marginación, así como poca diversificación productiva que se refleja en los bajos ingresos de los productores y trabajadores (Robles-Berlanga, 2011). Desde que se eliminó la regulación mundial del comercio del café en 1989, fecha que coincide con la desaparición del Instituto Mexicano del Café (Inmecafé) (Pérez-Akaki, 2011), el sector cafeticultor mexicano lucha por sostener su producción en medio de pequeñas unidades familiares, con un promedio de 1.38 ha por predio (López, Escamilla, Díaz, Guajardo, Martínez, García y Barreda, 2013a). Estas últimas generan bajos rendimientos (1.1 ± 0.55 t ha -1) con problemas fitosanitarios, principalmente broca (Hypothenemus hampei) y roya (Hemileia vastatrix) en plantaciones viejas y con mezclas de variedades a nivel de lote y surco (Figura 1.2). Por lo general, estos sistemas tienen un bajo valor agregado, imposibilidades de acceso a crédito y seguros de cosecha, poca transferencia de tecnología y ausencia en asistencia técnica a los productores (Robles-Berlanga, 2011; Hernández-Martínez, Escamilla- Femat, Velázquez-Premio y Martínez-Marín, 2013; López et al., 2013a). Adicionalmente, problemas socioeconómicos como la migración interna e internacional (Mestries, 2006; Gitter, Weber, Barham, Callenes y Valentine., 2012; Hunter, Murray y Riosmena, 2013) y la ampliación de la mancha urbana (Espinoza-Guzmán, Prieto, Cerdán, Paéz y Ortíz, 2018) incrementaron la crisis en el sector cafetalero (Williams-Linera, Manson y Isunza-Vera, 2002). 1 En miles de sacos de 60 kg. 13 Actualmente los productores cafetaleros buscan soluciones a la problemática social y ambiental por medio de iniciativas de cooperatividad (González y Nigh, 2005; Gitter et al., 2012; Milford, 2012), decisión que no ha sido suficiente para incrementar la producción y enfrentar el fenómeno del cambio climático en el sector (Rivera-Silva, Gavrilov, Álvarez, Chaparro, Padilla y Panes, 2013). Para el estado de Veracruz, específicamente la región productora de Coatepec, la problemática es muy similar a la de todas las regiones cafeteras mexicanas. En esta región el marco institucional relacionado con la cafeticultura es escaso, pues entidades de orden estatal y federal incipientemente ejecutan acciones para solventar los problemas de los productores; sin embargo, algunos casos ayudan a agudizar la crisis. Por ejemplo, iniciativas como la del Consejo Regulador del Café Veracruz encubrió la desigualdad que pretendía combatir al someter las políticas agrícolas a los intereses del capital agroindustrial y comercial (Larroa- Torres, 2012). En otros casos no existe regularización de las variedades producidas por regiones en los viveros apoyados con fondos gubernamentales ni se observa un control en la trazabilidad de la semilla o sanidad del sustrato utilizado en los almácigos, lo que puede fomentar la dispersión de problemas fitosanitarios (Hernández-Martínez et al., 2013). Figura 1.2. Cafetales tradicionales en la zona centro de Veracruz, México. Fuente: Gómez-Martínez, 2016 14 Retrospectiva del café en Mesoamérica y Colombia Análisis de casos Especies y variedades de café: ¿materiales adecuados para la cafeticultura mexicana? Entre las especies de la familia Rubiaceae el número cromosómico básico más común es x = 11 y la mayoría de las especies leñosas son diploides (Kiehn, 1995). Entre todas las especies identificadas de café, sólo la Coffea arabica es autofértil y alotetraploide con una constitución cromosómica de 2n = 4x = 44, mientras que todas las demás especies, incluyendo la Coffea canephora, son diploides con el número básico de cromosomas 2n = 2x = 22 y son generalmente autoincompatibles (Bouharmont, 1963; Charrier y Berthaud, 1985). La ascendencia de Coffea arabica fue controvertida durante algún tiempo (Nair, 2010). En la actualidad se reconoce que esta especie evolucionó a partir de un cruce entre dos ecotipos ancestrales cercanos a las especies diploides reales Coffea eugenioides y Coffea canephora (Lashermes et al., 1999). Los especímenes de Coffea arabica y Coffea canephora var. robusta (Figura 1.3) también difieren notablemente en cuanto a su morfología, vigor vegetativo, nivel de ploidía, comportamiento reproductivo, diversidad genética, potencial de rendimiento, rasgos de calidad del grano y también genes que condicionan la resistencia a enfermedades y plagas importantes (Herrera, Cortina, Anthony, Prakash, Lashermes, Gaitan, Lima, 2012). Los cafetos de Robusta crecen hasta 10 m sin manejo agronómico y son más vigorosos y productivos que los Arábicas. Además, pese a que Robusta es una fuente importante de genes resistentes a enfermedades, la calidad del grano y la bebida es inferior a los cafetos de Arábica (Prakash et al., 2016). No obstante, al referirse a las principales especies del género Coffea se observan confusiones con respecto a la nomenclatura y, en algunos casos, una variedad puede ser asumida como especie o en otros reportes hay sinonimia entre variedades. Por esto Farah y Ferreira (2015) citan algunos errores como el de la especie Coffea canephora que fue descrita como Coffea robusta. De igual forma, la palabra «robusta» ha sido utilizada erróneamente para fines comerciales y, en otros casos, como sinónimo de kouilouensis o kouilon o conilon. Otro malentendido referenciado por estos mismos 15 autores refiere al empleo del término Coffea dewevrei, el cual se ha utilizado en referencia a una especie y, en algunos casos, como sinónimo de Coffea liberica. Las dos principales especies de café cultivadas a escala mundial son Coffea arabica y Coffea canephora var. robusta (Hamon et al., 2014) (Figura 1.3). Otras especies de menor importancia son Coffea liberica y Coffea excelsa, que se limitan principalmente a África occidental y Asia (Wintgens, 2004), y representan solo el 1 o 2% de la producción mundial que para el ciclo 2017-2018 fue de 158 5602 (ICO, 2019). En la cafeticultura latinoamericana se utilizan principalmente las variedades de la especie Coffea arabica, algunas de las cuales corresponden a mutaciones naturales encontradas en plantaciones comerciales o en colecciones de centros experimentales. Otras variedades corresponden a selecciones efectuadas dentro de cultivares (verbigracia Mundo Novo y Amarillo Chinchiná) y algunas pocas como Catuai provienen de cruzamientos (Catuai). Muchas de ellas no tienen valor comercial pero se conservan como una reserva de tipo genético (Orozco, 1986). La variedad más cultivada históricamente en los países productores de café en América es la conocida con los nombres de Typica, Criolla, Nacional o Arábica. Figura 1.3. a) Cafetal intensivo con Coffea arabica y sombra dominante del género Inga, municipio de Emiliano Zapata (Veracruz, México). b) Plantación joven de Coffea canephora sin sombrío y con riego, municipio de Teocelo (Veracruz, México). Fuente: Gómez-Martínez, 2016 En los más de doscientos años de historia que tiene el cultivo en México, la variedad Typica se ha adaptado a diferentes condiciones 2 En miles de sacos de 60 kg. b)a) 16 Retrospectiva del café en Mesoamérica y Colombia Análisis de casos ambientales mostrando alta rusticidad y una longevidad de vida productiva de veinte (20) a treinta (30) años (Zamarripa, López-Morgado y Escamilla-Prado, 2013). Sin embargo, desde la década de 1950 inició la sustitución de las variedades tradicionales por materiales de porte alto (Bourbón y Mundo Novo) y porte bajo (Caturra y Catuai), proceso que ha sido diferenciado por regiones y tipos de productores. En este sentido, Zamarripa et al. (2013) mencionan que en los viveros del Estado de Veracruz para el año 2008 se tenía existencia de plantas de café de las siguientes variedades de mayor a menor abundancia: Garnica, Costa Rica, Bourbón, Caturra, Robusta, Sarchimor, Typica, Mundo Novo, Colombia, Pluma Hidalgo, Oro Azteca, Geisha, Catuai y San Ramón. De estas, la variedad Garnica fue desarrollada y liberada en México por el desaparecido Inmecafé en la década de los años ochenta; y posteriormente el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) creó la variedad Oro Azteca que se liberó en 1995. En la actualidad, así como al interior de las fincas es muy común encontrar una mezcla de cafetos de porte alto y bajo de distintas variedades y edades, solo varía entre productores la importancia relativa de cada una según disponibilidad de semilla y plántulas (Soto- Pinto, Romero-Alvarado, Caballero-Nieto y Segura, 2001; Hernández- Martínez et al., 2013; Zamarripa et al., 2013). En muchas plantaciones se desconocen el origen y la calidad de los cafetos ya que no son materiales provenientes de semilla o plántulas certificadas. Considerando lo anterior, en México hace falta un programa permanente de mejoramiento genético del café que esté periódicamente generando nuevas variedades con características óptimas para las condiciones agroecológicas de la cafeticultura mexicana. En este marco, se requiere que las plantaciones se den bajo la sombra de árboles de diversas especies, que los materiales sean resistentes a la roya y altamente productivos para rescatar el perfil de taza característico del café de México. En el mismo sentido, en un escenario de acelerado cambio climático global caracterizado por la variabilidad de la disponibilidad del agua e incrementos de la temperatura (Parada, Cerdán, Cervantes, Ortíz y Barradas, 2017) la economía cafetalera requiere de una mayor exploración y búsqueda de genotipos con mayor rendimiento. La 17 intención es que estos posean tolerancia o resistencia a diversos factores abióticos y una gran plasticidad fenotípica que les permita tener un alto desempeño, principalmente en los ambientes marginales del Neotrópico (DaMatta y Rodríguez, 2007). De acuerdo con la experiencia y dinámica de países productores como Honduras, Costa Rica y Colombia, los cuales en los últimos años han liberado variedades específicas para los agroecosistemas que responden a las necesidades de cada país, actualmente se pensaría que México debe tener bien avanzada una nueva variedad obtenida para las cambiantes condiciones climáticas y fitosanitarias. Pese a que el El INIFAP liberó hace más de veinticinco (25) años la variedad Oro Azteca; esta no ha sido altamente distribuida en el país y, por lo tanto, no se conoce el comportamiento constante de esta variedad. Tampoco se conoce si responde a los requerimientos de los productores y a la calidad de taza exigida por el mercado. En la actualidad, es muy frecuente que oficialmente se fomenten variedades que en algunos países productores ya se consideran obsoletas (por ejemplo, Costa Rica 95 y Variedad Colombia). La entrega de las semillas a los productores debe realizarse de manera paulatina, supliendo los requerimientos y en concordancia con los planes de renovación de cafetales con variedades resistentes. En este tema Colombia es un referente ya que en el año 2005 el Centro Nacional de Investigaciones del Café (Cenicafé) liberó la variedad Castillo, que proviene de materiales seleccionados en ambientes específicos para optimizar su rendimiento y productividad (Alvarado, Posada y Cortina, 2005). Sin embargo, de acuerdo con los requerimientos de los caficultores colombianos, a finales del 2016, tras veinte (20) años de investigación, ese mismo centro de investigación liberó la nueva variedad Cenicafé 1 que posee características de resistencia a la roya del cafeto y a la enfermedad de las cerezas del café-CBD, también cuenta con una producción igual y mayor porcentaje de café supremo que la variedad Castillo (Flórez, Maldonado, Cortina, Moncada, Montoya, Ibarra y Rendón, 2016). Se espera con esta nueva variedad mejorar el ingreso de los productores y mantener la producción y competitividad nacional en Colombia. 18 Retrospectiva del café en Mesoamérica y Colombia Análisis de casos Lo ideal es que las variedades con las que se impulse la cafeticultura en México provengan de investigaciones realizadas por instituciones mexicanas, que mediante ensayos de campo en los Estados cafetaleros se identifiquen los materiales vegetales idóneos y que estos respondan a los requerimientos regionales. Con lo anterior se busca que los materiales seleccionados expresen su potencial genético, que logren enfrentar problemas fitosanitarios y las particularidades ambientales y técnicas de cada región. Así mismo, es necesario que instituciones nacionales diseñen todo un esquema de distribución de los nuevos materiales ya sea por medio de semillas o plántulas certificadas. En la actualidad esta última estrategia no ha sido muy exitosa debido a la falta de rigurosidad en la certificación de los viveros y de un esquema que garantice la calidad de las plántulas. Descripción de la planta El cafeto es un arbusto glabro o árbol pequeño, de hoja perenne, de fuste recto que, de acuerdo con la especie, puede alcanzar alturas de 6 m (Coffea arabica), 10 m (Coffea canephora) y 18 m (Coffea liberica) en estado silvestre (Lim, 2013; Farah y Ferreira, 2015). En plantaciones los cafetos se mantienen normalmente de menor tamaño alcanzando alrededor de los 3 m, lo que depende del porte (bajo o alto) de las variedades. El desarrollo de las partes aéreas de la planta de café (ramas y hojas) implica el alargamiento del tallo principal vertical (ortotrópico) y el crecimiento sucesivo de pares de hojas opuestas en cada nudo (Wintgens, 2004). Este crecimiento se forma a partir de las células meristemáticas ubicadas en el ápice del tallo y de las ramas (yemas apicales), en las axilas de las hojas (yemas laterales, axilares y seriadas). Desde los meristemos de las yemas se desarrollan los primordios de nudos, hojas, brotes, ramas y flores por medio del crecimiento en altura (crecimiento ortotrópico) y la expansión lateral de la planta (crecimiento plagiotrópico) (Arcila, 2007a). Las bandolas o ramas primarias se caracterizan por ser opuestas, largas, flexibles y, con respecto al tallo principal, forman ángulos de 45 a 60o (Zamarripa et al., 2013). Dependiendo de las especies y las condiciones ambientales, una planta de café de un (1) año desarrolla aproximadamente de seis (6) a diez (10) niveles de ramas plagiotrópicas y después de dos (2) años, puede alcanzar una altura de 1,5 a 2 m (Wintgens, 2004). 19 Las hojas son elípticas, oblongas o lanceoladas, opuestas, con la lámina y los bordes un poco ondulados, su superficie es cerosa y coriácea, de verde oscuro y brillante en el haz, y un verde pálido y menos brillante en el envés (Lim, 2013; Zamarripa et al., 2013). Las hojas de los cafetos de Arábica son de color verde claro o bronce dependiendo de si la planta es de origen Bourbón o Typica, también son delgadas y más delicadas que las de las plantas de Robusta o Liberica (Wintgens, 2004). Las hojas miden de largo de 7 a 20 cm y de 2,5 a 8 cm de ancho, con entre 7-10 pares de venas laterales, ápice acuminado o agudo, base aguda, margen simple, entero y ligeramente ondulado (Lim, 2013; Zamarripa et al., 2013). No obstante, se observa una tendencia a disminuir el tamaño promedio de las hojas con la edad de la planta (Arcila y Chávez, 1995). Además, el desarrollo foliar es afectado por variaciones climáticas, nutrición, plagas, enfermedades y podas (Arcila, 2007a). El número de hojas por árbol y el área foliar de un cafeto adulto varía según la especie, la edad, el clima y la densidad poblacional (Arcila, 2007b). Por ejemplo, para las variedades Caturra y Colombia con densidades de siembra de 2 500 a 10 000 plantas ha-1 el número de hojas oscila entre 3 920 a 12 521(Valencia, 1973; Arcila y Chávez, 1995). El área media de un cafeto fluctúa entre 22 y 45 m2 (Wintgens, 2004). La hoja de la especie Coffea arabica en un cafetal bajo sombre dura en promedio de diez (10) a quince (15) meses, y de nueve (9) a catorce (14) meses en cafetales a plena exposición solar (Arcila, 2007a). Por su parte, en el caso de la especie Coffea canephora el tiempo es de siete (7) a diez (10) meses (Wintgens, 2004). Si bien es cierto que la formación de follaje se da durante todo el año, existen épocas en que los factores climáticos como la radiación y la disponibilidad de agua en el suelo favorecen una mayor formación de hojas (Arcila, 2007a; Zamarripa et al., 2013). Estas también cumplen otras funciones como proteger las yemas, las flores y los frutos respecto de las condiciones climáticas adversas como el granizo y el exceso de radiación (Arcila, 2007a). La morfología y distribución del sistema radical del café en diferentes tipos de suelo son estudiadas desde años atrás por varios 20 Retrospectiva del café en Mesoamérica y Colombia Análisis de casos investigadores como Nutman (1933a; 1933b; 1934), quien publicó el estudio más completo de las raíces de Coffea arabica (DaSilva, Silva, de Oliveira y Carducci, 2016). El sistema radical completo de la planta de café es conformado por cinco tipos de raíces (Wintgens, 2004; Arcila 2007a) a saber: i) la raíz principal que es pivotante, a menudo múltiple, disminuye su diámetro abruptamente, termina generalmente en una profundidad de aproximadamente 45 cm y rara vez alcanza los 100 cm como una unidad reconocible; ii) las raíces axiales, generalmente de cuatro a ocho, que pueden penetrar verticalmente a una profundidad de 2 o 3 m y se ramifican en todas direcciones a diferentes profundidades; iii) las raíces laterales superficiales que crecen de forma más o menos horizontal y paralela respecto de la superficie del suelo a una distancia de 1,2 a 1,8 m del tronco, se ramifican horizontalmente y en ocasiones de manera uniforme en todas las direcciones (cuando las raíces crecen hacia abajo se llaman verticales); iv) las raíces laterales sub-superficiales que no se extienden paralelas a la superficie del suelo, con longitudes variadas, crecen a mayor profundidad que las anteriores y se ramifican en el suelo en todos los planos; y v) las raíces absorbentes (pelos radiculares), las cuales se encuentran en todas las profundidades pero son más numerosas en la superficie del suelo, de longitud variable, se extienden uniformemente a unos 2,5 cm de distancia sobre las raíces permanentes (de más de 3 mm de espesor). Las raíces absorbentes son las principales proveedoras de la nutrición mineral de la planta de café. Debe decirse que en suelos favorables las raíces de los cafetos pueden ocupar hasta 15 m3 de tierra; en suelos húmedos y pesados las raíces superficiales se concentran principalmente en las capas superiores; mientras que en suelos secos y expuestos al sol el sistema radical es menos superficial (Wintgens, 2004). En suelos franco-limosos, en los primeros 10 cm de profundidad las raíces del cafeto reúnen el 52% de 21 las raíces absorbentes y el 58% de las raíces totales. Entre tanto, del 85 al 90% de las raíces totales se localizan en los primeros 30 cm del perfil del suelo y se extienden en un diámetro de 1,5 a 2 m desde el eje principal, lo cual coincide generalmente con el diámetro de la copa en la base del cafeto (zona de goteo) (Suárez, 1953; Zamarripa et al., 2013). En algunos casos el crecimiento de las raíces finas del café es estimulado en la zona de fertilización, seguido por la zona opuesta pero cercana a las plantas y menos presente entre surcos de plantas (van Kanten, Schroth, Beer y Jiménez, 2005). Sin embargo, debido a que un gran porcentaje de las raíces de los cafetos se localiza en los primeros perfiles del suelo, esto causa que el sistema radical sea sensible a las variaciones climáticas (temperatura, sequía y humedad). Es por ello que las temperaturas óptimas del suelo para el desarrollo de raíces y el funcionamiento efectivo del sistema de enraizamiento es de 26 °C durante el día y no menos de 20 °C durante la noche (Wintgens, 2004). La floración de las plantas de café es un evento asociado fuertemente con las condiciones climáticas de cada región y generalmente se registra cuando se abren las flores (antesis) (Arcila, 2007a). En el caso de México, así como se presenta una época de floración bien definida influenciada por la latitud, el país cuenta con zonas con una estación seca y lluviosa marcadamente, lo que favorece la secuencia de eventos fisiológicos y morfológicos que ocurren desde la inducción floral hasta la antesis (López et al., 2013a). Las primeras flores se producen a una edad de entre tres (3) y cuatro (4) años en condiciones de ocho (8) a once (11) horas de luz de día, aparecen en racimos (inflorescencias de dos a nueve flores) en las yemas ubicadas en las axilas foliares, en los nudos de las ramas (Camayo y Arcila, 1996; Rodrigues et al., 2013; Farah y Ferreira, 2015). En cada nudo existen potencialmente entre veinticuatro (24) y treinta y dos (32) botones florales (de doce a dieciséis botones florales por axila) (Arcila, 2007a). La flor del café tiene un diámetro de 1 a 1,5 cm, consiste en una corola tubular blanca de 10 mm de largo con cinco lóbulos de 5 a 7 mm de largo, un cáliz pequeño, cinco estambres de 7 a 8 mm de largo y un pistilo; además, el ovario está en la base de la corola y contiene 22 Retrospectiva del café en Mesoamérica y Colombia Análisis de casos dos óvulos (Wintgens, 2004; Lim, 2013). La polinización tiene lugar dentro de las 6 h después de la floración y posteriormente el proceso de fertilización se completa dentro de 24 a 48 h (Farah y Ferreira, 2015). Durante este tiempo la corola blanca se marchita y las partes florales caen dejando el ovario para desarrollarse, el cual lentamente se forma en drupas ovaladas de hasta 18 mm de longitud y de entre 10 y 15 mm de diámetro. Así mismo, al principio son de color verde y cuando maduran se tornan a un rojo brillante o amarillo denominado cerezas (Rodrigues et al., 2013). En general, el desarrollo de la inflorescencia y de la flor involucra cinco fases (Arcila, 2007a): i) Inducción floral e iniciación de la inflorescencia (30 a 35 días); ii) Desarrollo de los botones florales en las yemas (45 días); iii) Periodo corto de latencia (30 días); iv) Etapa de preantesis (6 a 10 días); y v) Antesis o florescencia —apertura de la flor— (3 días). Sin embargo, el desarrollo normal de la flor del cafeto puede ser alterado por factores ambientales, nutricionales o patológicos, dando como resultado diferentes tipos de anomalías (Arcila, 2004): flores atrofiadas, flores estrella, secamiento de flores, golpe sol o escaldado y retrogresión, pérdida de la capacidad de florecer, petalodia, abscisión floral, deficiencia floral y floración continua. En lo que refiere a la especie Coffea arabica, pese a que los granos de polen caen por gravedad hacia las capas inferiores de las ramas de café, en niveles más altos las flores son polinizadas por el polen transportado por el viento (hasta 100 m) y, en menor medida, por insectos (5 a 10% solamente). En cuanto a la Coffea canephora, la fertilización de esta puede ser llevada a cabo por el polen de otro árbol (polinización cruzada) o por insectos (Wintgens, 2004; Rodrigues et al., 2013). En ambos casos, la fertilización exitosa depende principalmente de condiciones meteorológicas favorables. Después de la polinización, en unas quince 15 semanas se desarrolla una baya y posteriormente el endospermo comienza a desarrollarse a partir de la duodécima semana. En este proceso se invierte casi la totalidad de la energía producida por la fotosíntesis (Rodrigues et al., 2013). Después de la trigésimo quinta (35ª) semana, desde la floración y durante el último mes de maduración la fruta completa su crecimiento y, dependiendo de la variedad, adquiere un color rojo y amarillo 23 (Wintgens, 2004). Se desarrolla en una cereza de 10 a 15 mm de largo que contiene dos semillas (los granos de café) (Rodrigues et al., 2013; Farah y Ferreira, 2015). La semilla de café es una nuez oblonga, plana, convexa y de tamaño variable: 10 a 18 mm de largo y de 6,5 a 9,5 mm de ancho (Arcila, 2007b). El tiempo transcurrido desde la floración hasta la maduración de las cerezas de café difiere según la variedad, las condiciones climáticas, las prácticas agrícolas, la altura sobre el nivel del mar y varios otros factores. No obstante, Wintgens (2004) menciona como regla general para cada especie un tiempo de desarrollo del grano. Según este autor, la especie Coffea arabica dura entre 6 y 9 meses, la Coffea canephora entre 9 y 11 meses, la Coffea excelsa entre 11 y 12 meses, y la especie Coffea liberica dura entre 12 y 14 meses. Durante ese tiempo no todas las flores que se desarrollan en la planta pueden formar frutos y no todos los frutos que se forman alcanzan un desarrollo normal o son cosechados, encontrándose los siguientes factores que afectan el desarrollo de los frutos (Arcila, 2007a): el insecto Hypothenemus hampei (broca de café) y los hongos Corticium salmonicolor (el mal rosado), Cercospora coffeicola (la mancha de hierro) y Colletotrichum sp. (antracnosis). Además, debe mencionarse que factores ambientales como el déficit hídrico pueden generar el secamiento de frutos tiernos, granos vacíos (flotantes), parcialmente formados, negros y pequeños. Para facilitar la identificación de los diferentes estados de desarrollo de la planta y de los frutos del cafeto se han propuesto escalas de maduración y un código decimal uniforme conocido como la escala BBCH (Basch Bayer Ciba Hoerchst). La escala de maduración del fruto del café mencionada por Marín, Arcila, Montoya y Oliveros (2003) se determina por ocho (8) estados de maduración: verde 1, verde 2, verde 3, verde amarillo, pintón, maduro, sobremaduro y seco. En la escala BBCH ampliada por Arcila, Buhr, Bleiholder, Hack, Meier y Wicke (2002) se identificaron los estados principales del crecimiento y de desarrollo del café, así como sus correspondientes estados secundarios mediante un código decimal compuesto por dos dígitos, de cero (0) a nueve (9). 24 Retrospectiva del café en Mesoamérica y Colombia Análisis de casos Los estados principales se nombran mediante el primer dígito y los secundarios mediante el segundo. Dentro de los estados principales se encuentran el de germinación, que refiere a la propagación vegetativa; el estado de desarrollo de la hoja en el tallo de la planta de almácigo o en las ramas del árbol; el de formación de ramas (plantas en el campo); el de elongación de las ramas; el estado de desarrollo de la inflorescencia; el de floración; el estado de desarrollo del fruto y de la semilla; el de maduración del fruto y de la semilla; y el estado de senescencia. En general, es común encontrar flores, frutos verdes y cerezas maduras floreciendo en la misma rama, especialmente en regiones donde no hay cesación anual de la precipitación (Rodrigues et al., 2013). Factores agronómicos del cultivo Sistemas de cultivo El café es una planta que puede cultivarse en un amplio rango de condiciones, desde sistemas agroforestales en policultivos diversos hasta en monocultivos a pleno sol. Dependiendo de las condiciones agroecológicas y las necesidades de cada productor se seleccionará el sistema más favorable. Debido a la complejidad ecológica y cultural en las regiones cafetaleras y las condiciones socioeconómicas de los productores, en México predominan las fincas de café de sombra, agroecosistema que ha sido frecuentemente reportado como importante en la conservación de la biodiversidad y la agrobiodiversidad mexicanas (Manson, Hernández-Ortíz, Gallina y Mehltreter, 2008; López et al., 2013a; Perfecto y Vandermeer, 2015). El cultivo del café se distribuye en los Estados de Chiapas, Veracruz, Puebla, Oaxaca, Guerrero, Hidalgo, San Luis Potosí, Jalisco, Colima, Nayarit, México, Tabasco, Morelos y Querétaro (Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera [SIAP], 2019). Pese a que en Veracruz se localiza la principal zona compacta productora de café en el país, los Estados de Chiapas y Oaxaca cuentan con un alto potencial productivo y con la mayor área estimada para cultivar Coffea arabica (Díaz, Guajardo y López, 2013). 25 Figura 1.4. Agroecosistemas de cafeticultura típica de la región de Veracruz, México. Fuente: Gómez-Martínez (2016) De acuerdo con el nivel de manejo y la estructura de la vegetación, es posible distinguir una variedad de sistemas productivos que han sido clasificados desde hace más de cuatro décadas por varios autores (Fuentes-Flores, 1979; Jiménez-Ávila, 1979; Nolasco, 1985; Escamilla, Licona, Díaz, Santoyo, Sosa y Rodríguez,1994; Moguel y Toledo, 1999; Hernández-Martínez, Manson y Contreras-Hernández, 2009). Sin embargo, para efectos prácticos se retomará la clasificación de Moguel y Toledo (1999) que es ampliamente utilizada y en la que 26 Retrospectiva del café en Mesoamérica y Colombia Análisis de casos se identifican cinco principales sistemas de producción de café: dos tradicionales donde el café se produce bajo la sombra de la vegetación original (rústico y policultivo tradicional, Figura 1.4), uno intermedio donde la sombra la proveen árboles no nativos (policultivo comercial) y dos «modernos» (monocultivos con o sin sombra). Desde hace más de treinta (30) años ha disminuido la complejidad estructural de estos agroecosistemas la diversidad biológica como resultado de la implementación de agroquímicos y dándose la eliminación de los árboles de sombra para elevar la productividad (López et al., 2013a). El potencial de producción depende a su vez de la legitimidad genética de las variedades establecidas, de la realización del manejo agronómico acorde con estas, de las condiciones agroecológicas y la variedad. Por esta razón se deben desarrollar prácticas similares a las descritas por Arcila (2007b), López, García y Castillo (2013b): la preparación del terreno, la selección de la variedad, el trazado de la plantación según la topografía del terreno (trazo simétrico, trazo en curvas de nivel y trazo en avenidas, Figura 1.5) y el arreglo topológico seleccionado (distancia entre plantas y surcos). Esta última práctica es uno de los factores que más afectan el rendimiento tanto para distintas variedades como para sistemas bajo sombra o pleno sol (Arcila, 2007c). Así mismo, la densidad de plantación es un indicador del nivel tecnológico con que se manejan los cafetales ya que está en función de factores como la fertilidad del suelo, el sistema de cultivo, el número de plantas por hoyo (cepa, Figura 1.5), el tipo de poda a implementar, el porte de la variedad a plantar, la altitud de la zona, la pendiente del terreno y, en el caso de policultivos, las especies que se establecerán junto con los cafetos (Arcila 2007b; López et al., 2013b) . 27 Figura 1.5. a) Plantación intensiva de café establecida con sombrío de Inga en Emiliano Zapata (Veracruz, México). b) Dos cafetos por hoyo (cepa) para aumentar la densidad de siembra. Fuente: Gómez-Martínez (2015) Densidades de siembra La densidad de siembra varía entre las regiones de los países productores. En algunos casos se encuentran sistemas altamente intensivos a plena exposición solar que contrastan con las bajas densidades de cafetos de los sistemas agroforestales rusticanos. En México se reportan densidades de 1 100 a 1 600 plantas por ha-1 en sistemas agroforestales con especies dominantes del género Inga y sistemas con múltiples especies de sombrío (Romero-Alvarado, Soto- Pinto, García-Barrios y Barrera-Gaytán, 2002). En cooperativas de productores cafetaleros en El Salvador se reportaron densidades de cafetos aproximadamente entre 5 000 y 8 000 plantas ha-1 en sistemas agroforestales. En Costa Rica las plantaciones de café a pleno sol presentan densidades cercanas a 4 200 y 5 400 plantas ha-1 y en sistemas agroforestales van desde 4 000 a 5 600 cafetos ha-1. Por su parte, de acuerdo con la variedad cultivada de café y teniendo en cuenta la presentación del sombrío en los lotes, en Colombia las densidades van desde 1 500 a 10 000 plantas ha-1. No obstante, Uribe y Mestre (1988) encontraron un incremento en la producción de los cafetos sembrados con densidades hasta de 14 740 plantas ha-1 sin presentarse efecto del arreglo espacial. López, Zamarripa y Castillo (2013c) recomiendan para las condiciones mexicanas con variedades de porte bajo establecer surcos b)a) 28 Retrospectiva del café en Mesoamérica y Colombia Análisis de casos espaciados 2 y 1,5 m entre cafetos obteniendo en una hectárea 3 333 plantas en un trazo de marco real y 3 849 cafetos con un trazo de tresbolillo. En el caso de variedades de porte alto, estos autores aconsejan 2,5 m de espaciamiento entre surcos y 2 m entre plantas, alcanzando en un trazo de marco real 2 000 plantas ha-1 y 2 309 plantas ha-1 en tresbolillo. Otros factores de importancia al momento de establecer y manejar un cafetal son los requerimientos físicos y químicos del suelo y la sombra que recibe la plantación. El requisito más importante para el cultivo de café es un buen drenaje (Willson, 1985). Los requerimientos nutricionales del café varían según la etapa o fase de crecimiento (germinativa, almácigo, crecimiento vegetativo o levante, y crecimiento reproductivo o producción) y durante este tiempo los cafetos principalmente requerirán de nitrógeno y fósforo. Debe añadirse que la demanda de potasio y magnesio se incrementa al iniciar la etapa reproductiva (Arcila y Farfán, 2007; Sadeghian, 2008). Es importante realizar una adecuación física y química del suelo con base en el análisis de suelos durante el establecimiento de la plantación; Posteriormente, durante el primero o segundo mes, luego de la siembra, se iniciará la fertilización, la cual se repetirá cada cuatro meses dependiendo del elemento teniendo en cuenta la disponibilidad del agua en el suelo, condición que es determinada por la precipitación, las características del suelo y la cobertura vegetal. En la etapa reproductiva las plantaciones tecnificadas pueden responder positivamente al suministro de nitrógeno, potasio, fósforo, magnesio, azufre, calcio y, eventualmente, a boro, dependiendo de factores como la fertilidad del suelo, las condiciones climáticas, la densidad de siembra y el nivel de sombra (Sadeghian, 2008). Adicional a la fertilización edáfica se puede realizar la fertilización foliar solamente en cantidades limitadas y se debe considerar como un complemento y no como sustituto de la fertilización edáfica (Arcila y Farfán, 2007). En el caso de los microelementos, la fertilización foliar puede ser sustitutiva y se ha comprobado la absorción foliar de nitrógeno, fósforo, magnesio, boro, hierro, zinc y cobre en porcentajes que van desde el 0,3 al 3% según el elemento (Valencia, 1992). El café puede crecer en suelos que van desde muy ácido (pH inferior a 4,0) a 29 ligeramente alcalino (pH hasta 8,0), pero ninguno de estos extremos es adecuado para la producción de alto rendimiento económico (Willson, 1985). En suelos con problemas de acidez es recomendable aplicar cal, con lo cual se aumenta el pH, se neutraliza el aluminio intercambiable y se aporta calcio, magnesio y en algunas oportunidades fósforo. En el caso de acondicionar el suelo se requerirá el uso de abonos orgánicos, los cuales pueden traer beneficios en la producción y en las propiedades del suelo siempre y cuando se seleccione la fuente apropiada y se apliquen las cantidades suficientes. En este sentido, la principal fuente de materia orgánica en las fincas cafeteras es la pulpa de café, con la que es posible obtener incrementos en la producción si se incorpora en el hoyo al momento del trasplante en suelos con bajos niveles de materia orgánica (Sadeghian, 2008). El manejo de la sombra en los sistemas cafetaleros de México es de suma importancia ya que más del 98% de los cafetales se realizan bajo sombra, lo que conforma una de las masas arbóreas más importantes del país (Escamilla y Díaz, 2002). Instituciones de orden nacional como el INIFAP realizan ensayos para evaluar el desempeño de especies maderables como sombrío de los cafetos, las cuales posteriormente serán impulsadas entre productores. Esto incide en el ensamblaje arbóreo presente en los SAfC de las regiones productoras de café (López, Salazar, Martínez, Padilla y García, 2013d), en el impacto ocurrido a escala del paisaje y en la ecología del café con la difusión de algunas estrategias de manejo de sombra por Inmecafé (Nestel, 1995). Los niveles óptimos de sombra para el café con un efecto positivo están entre el 23 y el 38% y se puede mantener el rendimiento hasta un 48% de sombra. No obstante, la producción se podría reducir con una cobertura arbórea de más del 50% (Soto-Pinto, Perfecto, Castillo-Hernández y Caballero-Nieto, 2000). Rendimiento Un arbusto de café bien administrado puede ser productivo hasta los ochenta (80) años o más y dependiendo de las condiciones o sistema de cultivo (plantación comercial) su vida económica se extiende entre 30 Retrospectiva del café en Mesoamérica y Colombia Análisis de casos veinte (20) y veinticinco (25) años. Sin embargo, rara vez más de treinta (30) años (Wintgens, 2004; Arcila et al., 2007b). A libre crecimiento la planta comienza a producir frutos en ramas al año, continúa su producción durante varios años y alcanza su máxima productividad entre los seis (6) y ocho (8) años, después de lo cual esta disminuye a medida que aumenta la edad de la planta (Arcila, 2007a). En este sentido, se deben tener óptimos factores ambientales, disponibilidad de energía y agua para que la planta realice adecuadamente los procesos físicos y bioquímicos necesarios para su crecimiento (Wintgens, 2004; Zamarripa et al., 2013), lo que está fuertemente ligado al tipo de sistema productivo en el que se encuentran los cafetos. El rendimiento del cafeto puede ser afectado por aproximadamente cincuenta (50) factores, entre los que cabe destacar algunos como el suelo, el cultivo, el clima y la geografía (Arcila et al., 2007c). A este respecto, el suelo involucra los aspectos químicos, físicos y biológicos, y en él se destacan la vulnerabilidad al déficit hídrico y el manejo, uso y conservación del suelo. El factor del cultivo refiere a la variedad, la densidad de siembra, el sombrío, las tasas de crecimiento, las plagas, las enfermedades, la edad del cultivo, la floración y fructificación. Por otro lado, los aspectos climáticos y geográficos se resumen en los índices agrometeorológicos, es decir, el déficit hídrico, el exceso hídrico, el tiempo térmico, la amplitud térmica y el déficit de brillo solar. En este último aspecto a nivel mundial se cuenta con buenas series temporales esenciales que evidencian que el cambio climático ya tiene un impacto negativo en el rendimiento de Coffea arabica (Craparo, Van Asten, Läderach, Jassogne y Grab, 2015). Enfermedades como la broca del café (Hypothenemus hampei) y otras como la roya (Hemileia vastatrix), la mancha de hierro (Cercospora coffeicola), el ojo de gallo (Mycena citricolor) y la fumagina (Fumago sp.) (Avelino, Zelaya, Merlo, Pineda, Ordoñez y Savary, 2006; Avelino, Cristancho, Georgiou, Imbach, Aguilar, Bornemann y Morales, 2015; Gaitán-Bustamante, Rivillas-Osorio, Castro-Caicedo y Cristancho- Ardila, 2013) provocadas por los hongos, o bien por la bacteria Xylella fastidiosa (Rocha, Zambolim, Zambolim, do Vale, Junior y Bergamin- Filho, 2010), son difíciles de controlar en los cafetales. Esto también afecta negativamente los rendimientos de las plantaciones (Vega, 31 Infante, Castillo y Jaramillo, 2009; Infante, Pérez y Vega, 2014; Vega, Infante y Johnson, 2015). En algunos casos es la suma de factores ecológicos y de manejo agronómico lo que incrementa la incidencia y severidad de las enfermedades y plagas. De la misma manera, surgen diversas alternativas de control (químico, cultural, biológico, etológico y legal) para no dejar sobrepasar los niveles de daño económico (Avelino et al., 2015; Vega et al., 2015). Sin embargo, los esfuerzos para cuantificar las pérdidas de rendimiento e identificar sus causas son todavía limitados, especialmente para cultivos perennes. Cerda, Avelino, Gary, Tixier, Lechevallier y Allinne (2017) encontraron que las plagas y enfermedades foliares del café pueden conducir a pérdidas primarias incluso de alto rendimiento (26%) y a pérdidas de rendimiento secundario superior (38%). En este sentido, Rocha et al. (2010) reportaron una relación lineal negativa entre la severidad de la enfermedad causada por Xylella fastidiosa y el rendimiento del grano, y entre la severidad de la enfermedad y el tamaño del grano del café. Factores climáticos El rango de temperatura óptimo para las diversas especies de café será similar al de su hábitat natural. Para la especie Coffea arabica, DaMatta y Ramalho (2006) proponen un rango óptimo de 18 a 21 oC, mientras que Wintgens (2004) sugiere un rango más amplio de 15 a 24 °C. Estos mismos autores citan que temperaturas por encima de 23 °C aceleran el desarrollo y la maduración de las frutas, lo que a menudo conduce a la pérdida de calidad. Así mismo, un incremento en las temperaturas mayores a 25 °C reduce la tasa fotosintética y las hojas se afectan por la exposición continua a alta temperatura (más de 30 °C). Para Coffea canephora la temperatura óptima es más alta y, pese a que tiene un rango ideal de 22 a 30 °C, de vez en cuando puede resistir una temperatura de 7 °C; si se exponen los cafetos de Robusta a periodos largos de 15 °C sería perjudicial para la plantación (Wintgens, 2004). En general, Robusta es mucho menos adaptable a temperaturas más bajas que el café Arabica ya que sus frutos y hojas se destruyen a 5 °C (Willson, 1985). Mientras que la altitud para cultivar el café es variada puesto que Robusta se puede cultivar desde el nivel del mar hasta los 32 Retrospectiva del café en Mesoamérica y Colombia Análisis de casos 800 m, el café Arábica crece mejor en altitudes más altas y a menudo se cultiva en las zonas montañosas (DaMatta y Ramalho, 2006). En México la delimitación de las zonas con mayor potencial productivo de café se basó en los siguientes aspectos agroecológicos (Díaz et al., 2013): Coffea arabica tiene un rango de temperatura de 17 a 23 oC, en altitud de 600 a 1600 m, una precipitación anual de 1000 a 3000 mm y una pendiente del terreno < 20%. Para Coffea canephora var. robusta la temperatura es de 22 a 28 oC, en altitud de 0 a 600 m, una precipitación anual de 2000 a 3500 mm y una pendiente < 25%. En los cafetales mexicanos la condicionante más limitativa es la presencia de heladas (Díaz et al., 2013), como es el caso del café Arábica en Brasil (DaMatta y Ramalho, 2006). En un escenario de acelerado cambio climático global caracterizado por la reducción de la disponibilidad del agua y el incremento de la temperatura, la economía cafetera requiere una mayor exploración y búsqueda de genotipos con mayor rendimiento que posean tolerancia o resistencia a diversos factores abióticos y una gran plasticidad fenotípica. La pretensión es que estos materiales vegetales permitan a los productores tener un alto desempeño tanto en regiones con las condiciones óptimas como en ambientes marginales del Neotrópico (DaMatta y Rodríguez, 2007). El componente arbóreo en las fincas cafeteras Como se mencionó anteriormente, el café es nativo de regiones tropicales de África, donde evolucionó como especie leñosa del sotobosque. Por consiguiente, las primeras plantaciones de café fueron manejadas bajo condiciones de sombrío mediante el asocio con especies leñosas de mayor altura con el fin de simular las condiciones agroecológicas del cafeto en su hábitat natural (DaMatta y Rodríguez, 2007; Perfecto y Vandermeer, 2015). No obstante, cuando se emplean insumos químicos y existe abundante mano de obra los cafetales a libre exposición pueden presentar una productividad superior en comparación con aquellos bajo sombra (Beer, 1987; Fournier, 1988). Como consecuencia, mientras que desde hace varias décadas en muchas regiones productoras el sombrío 33 es eliminado o reducida la complejidad estructural de los cafetales (Perfecto y Vandermeer, 2015), en algunos casos estas prácticas fueron y son promovidas por instituciones estatales que buscan incrementar la producción en sus países. En este sentido, instituciones de orden nacional como el INIFAP realizan ensayos para evaluar el desempeño de especies maderables como sombrío de los cafetos (Acrocarpus fraxinifolius, Trema micrantha, Paulownia elongata y Mimosa scabrella) (López et al., 2013c). Las especies seleccionadas serán promovidas entre los productores para que las siembren dentro de las fincas impactando en el ensamblaje arbóreo presente en los agroecosistemas de las regiones productoras de café (Figura 1.6). Al poner en marcha una estrategia de esta naturaleza se debe evaluar cuál será el impacto en la conservación de la biodiversidad, la provisión de servicios ecosistémicos a escala de paisaje y sobre la efectividad de producción del café. Algo similar se realizó décadas atrás y todavía no es claro el impacto ocurrido a escala del paisaje y en la ecología del café con la difusión de algunas estrategias de manejo de sombra hecha por el Instituto Mexicano del Café (Inmecafé) (Nestel, 1995). Pese a ello, todavía es frecuente encontrar sistemas tradicionales con cafetos antiguos y árboles nativos remanentes de la cobertura original que contribuyen a la complejidad estructural de los agroecosistemas. Figura 1.6. Sistemas agroforestales de café en el municipio de Coatepec (Veracruz, México). a) Plantación de café con Inga vera. b) Cafetal joven con sombrío dominado por Inga sp. Fuente: Gómez-Martínez (2016) a) b) 34 Retrospectiva del café en Mesoamérica y Colombia Análisis de casos Es por ello que en las plantaciones de café mexicanas es muy importante definir un correcto arreglo topológico ya que más del 98% de los cafetales se realizan bajo sombra. El manejo de la sombra en los agroecosistemas cafetaleros debe ser periódico y acorde con cada tipo de sistema agroforestal para no causar un impacto negativo, debido a un exceso de sombra. Los árboles de sombra de los cafetales conforman una de las masas arbóreas más importantes del país (Escamilla y Díaz, 2002). Los niveles óptimos de sombra para el café con un efecto positivo están entre el 23 y el 38% y se puede mantener el rendimiento hasta un 48% de sombra. La producción se podría reducir con una cobertura arbórea mayor al 50% (Soto-Pinto et al., 2000). Bajo la complejidad de situaciones de los agroecosistemas cafetaleros los productores afrontan la disyuntiva entre aumentar la productividad o conservar la diversidad y complejidad de especies arbóreas en los agroecosistemas cafetaleros (Soto-Pinto, Villalvazo- López, Jiménez-Ferrer, Ramírez-Marcial, Montoya y Sinclair, 2007). Sin duda, ello impactaría en la función de los cafetales mexicanos como proveedores de hábitat para diversos grupos taxonómicos (Manson et al., 2008) y en la generación de servicios ambientales (Perfecto y Vandermeer, 2015) tales como la regulación de flujos hidrológicos (Gómez-Delgado, Roupsar, le Maire, Taugourdeau, Pérez, van Oijen y Moussa, 2011; Marín-Castro, Geissert, Negrete-Yankelevich y Chávez, 2016) o el almacenamiento de carbono (Callo-Concha, Rajagophal y Krishnamurthy, 2004). En este contexto, se hace necesario aumentar el rendimiento en los agroecosistemas cafetaleros para mejorar las condiciones socioeconómicas de las familias productoras pero sin impactar negativamente en sus funciones ambientales. Con esta «intensificación agroecológica» (Tittonell, 2014) se crearán condiciones que eviten el aumento en la frontera agrícola y la pérdida de biodiversidad en los paisajes cafetaleros. No obstante, para poder diseñar sistemas agroforestales cafetaleros que cumplan simultáneamente con su función de conservación y producción se requiere entender mejor cómo están interactuando diversas especies arbóreas, modificando positiva o negativamente las condiciones microclimáticas necesarias para la optimización de la producción de café (Rapidel et al., 2015). 35 1.1 REFERENCIAS Alvarado, G.; Posada, H. y Cortina, H. (2005). Castillo: nueva variedad de café con resistencia a la roya. Avances Técnicos Cenicafé, 8, 1-8. Arcila, J. (2004). Anormalidades en la floración del cafeto. Avances Técnicos Cenicafé, 320, 1-8. Arcila, J. (2007a). Crecimiento y desarrollo de la planta de café. En J. Arcila; F. Farfán; A. Moreno; L. Salazar y E. Hincapié (eds.), Sistemas de producción de café en Colombia (pp. 21- 60). Chinchiná, Colombia: FNC-Cenicafé. Arcila, J. (2007b). Establecimiento del cafetal. En J. Arcila; F. Farfán; A. Moreno; L. Salazar y E. 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SERVICIOS ECOSISTÉMICOS Y CONSERVACIÓN DE BIODIVERSIDAD EN CAFETALES Mario Javier Gómez Martínez Definición de los servicios ecosistémicos El concepto de servicios ecosistémicos (SE) surgió en 1997 cuando se publicó el libro Los beneficios de la naturaleza (Nature’s services), obra en la que se definen las condiciones y los procesos a través de los cuales los ecosistemas naturales y las especies que los conforman sostienen y nutren la vida humana (Daily, 1997). Esta definición enfatiza en las condiciones biofísicas cambiantes dentro de los ecosistemas, así como en las interacciones (procesos) entre estas y sus componentes bióticos (especies) (Balvanera y Cotler, 2007). Otra definición es la dada por la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio o Millennium Ecosystem Assessment (MEA) (Naciones Unidas, 2003), desde donde se definen a los servicios como todos los beneficios que los seres humanos obtienen de los ecosistemas. Esta defición ha sido refutada por ser coloquial, poco precisa y por dirigirse al público general (Balvanera, 2012) sin hacer una distinción explícita entre lo que sucede en los ecosistemas y aquello que beneficia a las poblaciones humanas (Balvanera y Cotler, 2007). Además, incluye las cosas (significados culturales, recreación y realización espiritual) que están por fuera de los sistemas ecológicos (Fisher, Turner y Morling, 2009). Para utilizar eficazmente el concepto de servicios ecosistémicos en la toma de decisiones se requerirá una comprensión clara (la definición y las características) del concepto (Fisher et al., 2009). Por eso, Quijas, Schmid y Balvanera (2010) mencionan que los SE son los componentes de los ecosistemas que se consumen directamente, que se disfrutan o que contribuyen —a través 48 Retrospectiva del café en Mesoamérica y Colombia Análisis de casos de interacciones entre ellos— a generar condiciones adecuadas para el bienestar humano. En síntesis, el concepto de SE o servicios ambientales permite hacer un vínculo explícito entre el estado y funcionamiento de los ecosistemas y el bienestar humano. Esta relación puede ser directa o indirecta y los seres humanos pueden o no estar conscientes de su existencia (Balvanera y Cotler, 2007). Clasificación de los servicios ecosistémicos Existen varias formas de agrupar los SE. Dentro de estas se destaca la propuesta por el MEA (Naciones Unidas, 2005) donde los clasifican en cuatro categorías, y la de Haines-Young y Potschin (2018), quienes distinguen entre SE intermedios y SE finales; estos últimos pueden ser sumados al ser valorizados. En el marco de cascada, los servicios de soporte se consideran una función en lugar de un servicio (La Notte, D’Amato, Mäkinen, Paracchini, Liquete, Egoh y Crossman, 2017). Debido a que todavía no hay un consenso sobre la manera de clasificar los SE, en este documento se tomará la clasificación propuesta por el MEA (Naciones Unidas, 2005) que permite analizar los vínculos entre el bienestar de las poblaciones humanas y los ecosistemas. Aunque esta categorización proporcionó una base sólida para promover aplicaciones de investigación de servicios de sistemas, podría no constituir una taxonomía adecuada (La Notte et al., 2017). El MEA clasifica los SE en los siguientes grupos: i) Servicios de provisión o abastecimiento: son los recursos tangibles y finitos que se contabilizan y consumen. Pueden ser o no renovables y proporcionan el sustento básico de la vida humana. Los esfuerzos por asegurar su provisión guían las actividades productivas y económicas. En esta categoría se encuentran el suministro de alimentos, agua, fibras, madera y combustibles. ii) Servicios de regulación: son los beneficios obtenidos de los procesos y de las funciones ecosistémicas complejas mediante las cuales se regulan las condiciones del ambiente en que los seres humanos realizan sus actividades productivas. Entre ellas se encuentran la regulación del clima y de gases como los de efecto invernadero, la fertilidad de los suelos, el control de las inundaciones y las enfermedades, así como la polinización de los cultivos. 49 iii) Servicios culturales: pueden ser materiales o no materiales, tangibles e intangibles; son producto de percepciones individuales o colectivas y dependientes del contexto sociocultural. Intervienen en la forma como se interactúa con el entorno y con las demás personas. Por ejemplo, involucra la belleza escénica de los ecosistemas como fuente de inspiración para las manifestaciones estéticas y las obras de ingeniería, la identidad cultural y el bienestar espiritual. iv) Servicios de soporte: son necesarios para mantener los procesos de los ecosistemas y permiten la provisión de todos los demás servicios ecosistémicos. Estos pueden o no tener implicaciones directas sobre el bienestar humano. Entre ellos se encuentran los espacios en los que viven las plantas y los animales, permitiendo la diversidad de especies y manteniendo la diversidad genética, el ciclo hidrológico, el ciclo de nutrientes y la producción primaria. Los servicios ecosistémicos que ofrecen los cafetales La agricultura latinoamericana ha avanzado poco en cuanto a su capacidad de resolver los problemas de seguridad alimentaria, de conservación de la base de recursos naturales dentro y fuera de las parcelas (Goodman y García-Barrios, 2004), así como de provisión de servicios ecosistémicos (Kroeger y Casey, 2007; Dale y Polasky, 2007). Esto obedece a que los agricultores fueron convirtiendo sus fincas diversificadas en sistemas agrícolas simples basados en un monocultivo que responde a las necesidades del mercado (Gliessman, 2002) y no a las condiciones ecológicas y culturales que rodean los agroecosistemas. Además, las respuestas de la diversidad biológica a la intensificación difieren entre regiones geográficas y entre diferentes grupos de especies (De Beenhouwer, Van Geel, Ceulemans, Muleta, Lievens y Honnay, 2015). En este contexto y con referencia a los servicios ecosistémicos que ofrecen los cafetales, la agroforestería se ha propuesto como un sistema agrícola más sostenible conservando la biodiversidad y los servicios de los ecosistemas, a la vez que proporciona un importante sustento local (Steppler y Nair, 1987; Buck, Lassoie y Fernandes, 1998; Schroth, Harvey, da Fonseca, Gascon, Vasconcelos y Izac, 2004). Debido a que las prácticas de manejo son un factor clave en la cantidad y calidad de los servicios de los ecosistemas provistos (Cerdán, Rebolledo, Soto, 50 Retrospectiva del café en Mesoamérica y Colombia Análisis de casos Rapidel y Sinclair, 2012), los sistemas agroforrestales cafetaleros (SAfC) se consideran a menudo más compatibles con la conservación de la integridad del ecosistema que los monocultivos de café (De Beenhouwer et al., 2015). Varios estudios han evidenciado que el componente arbóreo asociado a las plantaciones de café podría brindar condiciones climáticas y microclimáticas que dan mayores niveles de resiliencia (Ávila y Gómez-Pompa, 1982; Perfecto, Rice, Greenburg y Van der Voort, 1996; Moguel y Toledo, 1999; Romero-Alvarado, Soto-Pinto, García-Barrios y Barrera-Gaytán, 2002; Méndez, Gliessman y Gilbert, 2007; López-Gómez, Williams-Linera y Manson, 2008; Siles Harmand y Vaast, 2010; Hernández-Martínez, Escamilla-Femat, Velázquez- Premio y Martínez-Marín, 2013; Perfecto y Vandermeer, 2015; García- Mayoral, Valdéz-Hernández, Luna-Cavazos y López-Morgado, 2015). No obstante, hay información relativamente escasa de cómo los productores de café manejan sus plantaciones, los factores que influyen en sus prácticas agrícolas y hasta qué punto el conocimiento local de los agricultores sostiene las decisiones de gestión (Cerdán et al., 2012). También existen muchos sesgos en los estudios de biodiversidad en cafetales que se han limitado a la comparación y generalización de los resultados (Manson, Hernández-Ortíz, Gallina y Mehltreter, 2008). En algunos casos, dichos trabajos que corroboran que los sistemas de café de sombra proporcionan un refugio para la biodiversidad han estado dominados por investigaciones sobre aves e insectos, pero pocas investigaciones están centradas en los mamíferos que viven en los paisajes dominados por el café (Caudill, DeClerck y Husband, 2015). Sumado a ello, hacen falta investigaciones que incorporen explícitamente la conceptualización de fincas de café como agroecosistemas o sistemas en donde se aplican conceptos de ecología para el diseño de estrategias de manejo sustentable. Es el caso de los sistemas agroforestales cafetaleros con doseles diversificados de sombra, productivos y manejados con una intensidad media de prácticas de cultivo, los cuales permiten garantizar el suministro continuo de múltiples servicios de los ecosistemas (Cerda, Allinne, Gary, Tixier, Harvey, Krolczyk y Avelino, 2017). 51 • Servicios de provisión: los sistemas agroforestales cafetaleros ofrecen servicios que benefician generalmente a los propietarios de las plantaciones o a las comunidades que se localizan en zonas cercanas de los agroecosistemas. Si bien la provisión de especies arbóreas y arvenses son documentadas en diferentes investigaciones, en algunos casos se encuentran diferencias entre los sistemas agroforestales cafetaleros que tienen incidencia en los varios servicios de provisión (por ejemplo, de frutas, madera, leña, medicinales o cortavientos). Esto evidencia que las plantaciones de café se manejaron para producir una amplia variedad de productos distintos al café (Méndez, Shapiro y Gilbert, 2009). En Costa Rica se encontró que, o bien cuando los cafetos son aún jóvenes, o bien cuando hay suficiente luz entre las filas de café, entre estas se siembran algunas plantas no leñosas como fríjol (Phaseolus vulgaris), yuca (Manihot esculenta), tiquisque (Xanthosoma sp.), maíz (Zea mays), tomate (Lycopersicon esculentum), chile (Capsicum sativum), rábanos (Raphanus sativus), pepinos (Cucumis saitvus), cilantro (Coriandrum sativum), cebolla (Allium cepa), col (Brassica oleracea) y calabaza (Cucurbitaceae spp.) (Albertin y Nair, 2004). En contraste, aparte de los bananos (Musa acuminata AAA), para consumo doméstico y venta en Nicaragua se reportan especies leñosas como Citrus spp., Mangifera indica, Persea americana y Theobroma cacao, Annona muricata, Spondias purpurea, Byrsonima crassifolia, Averrhoa carambola, Syzygium malaccense, Licania platypu y Morinda citrifolia. Así mismo, en esta zona de estudio se obtiene de los cafetales el 63% de la leña para autoconsumo. También se reporta el uso de especies maderables como Cordia alliodora, Cedrela odorata, Juglans olanchana y Terminalia oblonga (Pinoargote, 2014). De la misma manera, asociaciones de café con otras especies leñosas de interés económico han sido exitosas (Figura 2.1) y agricultores de la Península de Nicoya en Costa Rica utilizan al aguacate (Persea americana) como un árbol de sombra primaria en las plantaciones de café, quedando en la cuarta posición de interés después de Inga spp., Guazumala ulmiflora y C. Alliodoara (Govindappa y Elavarasan, 2014). 52 Retrospectiva del café en Mesoamérica y Colombia Análisis de casos Figura 2.1. Sistemas agroforestales de café en el municipio de Coatepec (Veracruz, México). a) Plantación de café con Grevillea robusta, especie no nativa. b) Cafetal con sombrío de Acrocarpus fraxinifolius; especie de valor comercial no nativa. Fuente: Gómez (s.f.) Las fincas cafetaleras con sistemas agroforestales pueden albergar una amplia gama de recursos genéticos tales como las especies arbóreas nativas prioritarias de conservación y típicas de bosques antiguos o de sucesión tardía en bosques nubosos montanos (Valencia, Naeem, García-Barrios, West y Sterling, 2016). Estos mismos autores sugieren que, para aumentar el potencial de conservación de los sistemas agroforestal